El cadáver cubierto de Kafan (mortaja) es bajado lentamente en la tumba. Las amorosas manos de los hijos y hermanos reciben al cuerpo de su ser querido y lo colocan en la boca estrecha. Las tiras de tablones se colocan firmemente junto a la otra. La última tabla se coloca dejando una tumba oscura y solitaria debajo de ella. Palas se agarraron y montones de tierra vienen a estrellarse adentro desde todas las direcciones. Sin embargo, alrededor de la tumba, el negocio continúa como siempre…

Mientras que el más fuerte recordatorio de la muerte está justo en frente de los ojos; ‘el último carro en el mercado’, ‘el precio de la gasolina’ y otros chismes continúan entre muchos de los presentes. Mientras esperan para comenzar la ‘Baqarah’, el tiempo se malgasta en otras conversaciones innecesarias. Llevar al Yanaza sobre nuestros hombros y ser testigo de bajar a la tumba al ser fallecido, también no nos recuerda a nuestra propia muerte. Entonces…, ¿Qué nos recordará de ese momento, cuando será nuestro último respiro? (el que será muy pronto…).

Rasulul’lah ﷺ dijo: “Recuerda en exceso a esa (cosa) que rompe los placeres -LA MUERTE”. El mejor recuerdo de la muerte es el cementerio en sí mismo. Por lo tanto, Rasulul’lah ﷺ ha alentado en gran medida a que uno debe visitar periódicamente el cementerio. Si bien esta sunna del Mensajero de Al’lah ﷺ, por desgracia rara vez la practicamos. Por lo menos tenemos la oportunidad de visitar el cementerio al asistir a un funeral, sin embargo, esta ocasión que es un recordatorio de la muerte también es desperdiciada en conversaciones mundanas.

La situación de Rasulul’lah ﷺ al asistir a un funeral se describe claramente en el siguiente hadiz de Bara (radiyal’lahu anhu). Él dice: “Una vez fuimos con Rasulul’lah ﷺ para asistir al funeral y entierro de una persona, Cuando llegamos allí, El Mensajero de Al’lah ﷺ se sentó a un lado de una tumba y lloró tan profundamente que el suelo quedo mojado con sus lágrimas, luego dijo: “Prepárense para (entrar en) la tumba”. [Targuib]

Rasulul’lah ﷺ también nos ha instruido en cuanto a lo que debemos hacer cuando asistamos a una Yanazah. Rasulul’lah ﷺ le dijo una vez a los Sahabah (radiyal’lahu anhum), cuando habían enterrado a una persona: “Pidan perdón para su hermano y supliquen a Al’lah Ta’ala que lo mantenga firme, porque ciertamente en este momento él será interrogado” [Mishkat pág. 26]

Por lo tanto, las pocas ocasiones en que visitamos el cementerio deben servir como un recordatorio de nuestra propia muerte. Esos pocos momentos entre las tumbas no deben ser desperdiciados en chismes y hablar mundano. Mientras que el entierro está en curso, uno debe ocuparse en recitar en silencio todo lo que uno sepa del Corán con la intención de pasar las recompensas a los difuntos. Esto sería de gran beneficio para uno mismo, así como para los difuntos.

Que Al’lah Ta’ala nos permita recordar nuestra muerte con frecuencia, especialmente mientras que estemos en el cementerio, amín.

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