En los primeros días del Islam, los incrédulos de la Meca Mukarramah le infligieron torturas indecibles a las pocas personas que habían aceptado el islam, muchas de las cuales eran esclavas o manumitidas. Entre ellas estaban Bilal, Jabbab, Suheyb, Zeyd Bin Harizah, Amir Bin Fuheyrah (radiyal’lahu anhum) y otras.
Aunque los incrédulos deseaban causarle daño a Rasulul’lah ﷺ y a Abu Bakr (radiyal’lahu anhu), hasta cierto punto no lo pudieron hacer porque sus familiares los habían estado protegiendo. Sin embargo, estos débiles Sahabah (radiyal’lahu anhum) no tenían ninguna protección. Por lo tanto, fueron sometidos a diversos tipos de tortura y opresión, hasta el punto de que incluso los obligaron a ponerse armaduras de hierro y los dejaban arder en el calor abrasador de La Meca Mukarramah. [Al-Isabah vol. 8, pág. 190 y Subulul Huda war Rashad vol. 2, pág. 306]
Yasir, su esposa Sumaiyah y su hijo, Ammar (radiyal’lahu anhum), también estuvieron entre estos precursores del islam.
Yasir (radiyal’lahu anhu) había llegado inicialmente a la Meca Mukarramah desde Yemen con sus dos hermanos, Hariz y Malik, en busca de su cuarto hermano. Luego, sus dos hermanos regresaron a Yemen mientras él se quedó en la Meca Mukarramah. Formó una alianza con Abu Huzeyfah, que era de la tribu Banu Majzum. Abu Huzeyfah tenía una esclava, Sumaiyah (radiyal’lahu anha). De esta manera consiguió que Yasir (radiyal’lahu anhu) se casara con ella y Al’lah Ta’ala había bendecido esta unión con un hijo, Ammar (radiyal’lahu anhu). [Al-Istiab vol. 3, pág. 227]
Posteriormente, cuando Rasulul’lah ﷺ fue bendecido con la Nubuwah (Profecía), esta familia abrazó el islam. Sin embargo, los Banu Majzum no estaban a favor de que aceptaran el islam. Por lo tanto, comenzaron a torturarlos con la esperanza de que abandonaran el islam. De hecho, torturaron a Ammar (radiyal’lahu anhu) tanto que perdió el sentido y ni siquiera podia comprender lo que estaba diciendo. [Sifatus Safwah vol. 1, pág. 214 y Subulul Huda war Rashad vol. 2, pág. 360]
Rasulul’lah ﷺ se acercaba a ellos tres mientras eran torturados sin piedad en las abrasadoras arenas de la Meca Mukarramah. Al ser testigo de lo que estaban pasando, él ﷺ los consolaba y les daba las buenas nuevas con las siguientes palabras: “Tened paciencia, oh familia de Yasir. Tu morada prometida es Yannah”. [Mustadrak Hakim #5646 y Shuabul Iman #1515]
Sumaiyah (radiyal’lahu anha), que ya era anciana y débil, sufrió una inmensa persecución y tortura a manos de los incrédulos. Sin embargo, ella no cedió ni se rindió. Finalmente, un día, Abu Yahl la atravesó con su lanza en su área privada, provocando que ella falleciera. De esta manera se convirtió en la primera mártir del islam.
En la batalla de Badr, cuando Abu Yahl fue ejecutado, Rasulul’lah ﷺ consoló a Ammar (radiyal’lahu anhu) diciéndole: “Al’lah ha ejecutado al que asesino a tu madre”. [Tabaqat Ibni Sa‘d vol. 8, pág. 264]
Lecciones:
- Una característica común en las vidas de los Sahabah (radiyal’lahu anhum) y los piadosos era su firmeza en el islam. Sin importar las dificultades y circunstancias que surgieron, no vacilaron. Más bien, las soportaron con paciencia y se mantuvieron firmes. De manera similar, Sumaiyah (radiyal’lahu anha) y su familia fueron sometidas a torturas y persecución extremas, pero perseveraron y no se dejaron disuadir. La razón de esto es que habían comprendido que el Más Allá es su meta y que este mundo no es más que una morada temporal, por lo que sus dificultades y pruebas son de corta duración. Rasulul’lah ﷺ también los consoló dándoles buenas nuevas del Yannah. Aunque es posible que no pasemos por las mismas dificultades que ellos pasaros, también somos probados por medio de diversos desafíos del islam y tentaciones inadmisibles, etc. Por lo tanto, nosotros también debemos permanecer firmes en nuestra religión y alejarnos de estas tentaciones manteniendo nuestra meta en mente – el Más Allá.
- A lo largo de la historia del islam, las mujeres siempre han desempeñado un papel fundamental y muchas veces incluso han superado a sus homólogos masculinos en ciertos logros. Por lo tanto, la primera persona en aceptar el mensaje de Rasulul’lah ﷺ fue una mujer: su respetada esposa, Jadiyah (radiyal’lahu anha). De igual manera, al alcanzar el gran y codiciado rango del martirio, que generalmente es más común entre los varones por ser ellos quienes salen a la guerra, fue una mujer la precursora en este. Por lo tanto, aunque el islam ha determinado diferentes roles para hombres y mujeres, y en algunos casos ha instruido distintas reglas para ellos. Sin embargo, ambos tienen las mismas oportunidades de obtener la proximidad de Al’lah Ta’ala y los grandes rangos y recompensas del Más Allá.
Este artículo fue preparado gracias a la colaboración de USWATUL MUSLIMAH.