Albergar malicia, sentimientos negativos y malos pensamientos sobre otro hermano musulmán es un pecado muy grande.
Estar en desacuerdo, disentir y, en algunas ocasiones, experimentar discordia hacia otra persona es algo normal y esperado. Sin embargo, un musulmán no puede dejar que estos problemas lo lleven a romper su relación con la otra persona.
Independientemente de la intensidad del conflicto o del desacuerdo que pueda existir entre las dos partes, está prohibido para ellos odiarse, guardar rencor, hacerse daño los unos a los otros o albergar malos sentimientos y enemistad. Abordar tal situación nos perjudicará espiritualmente, y también podría afectar nuestra salud física.
Albergar enemistad provoca estrés, ansiedad e inquietud. Quien guarda rencor y le da rienda suelta a la ira, se tortura a sí mismo con el fuego de la envidia y el odio. Esa persona pierde respeto y autoestima. Los efectos malignos de estas acciones envuelven su corazón, y como consecuencia se siente abatido y deprimido.
En cuanto a mantener los lazos, el Corán nos aconseja optar por un principio moral más elevado:
“No es lo mismo obrar el bien que obrar el mal. Responde con una buena actitud, y verás que aquel con quien tenías enemistad se convierte en un amigo ferviente”.
[sura: Fussilat-41, aleya:34]
Así, Al’lah Ta’ala les ordena a los creyentes fieles a ser pacientes y tolerantes en los momentos de ira, y a perdonar a aquellos que los tratan mal.
Anas (radiyal’lahu anhu) transmite que Rasulul’lah ﷺ me dijo:
“¡Oh, hijo mío! si puedes pasar el día y la noche en aquella condición en la que no haya rencor en tu corazón para nadie, entonces hazlo”. Luego me dijo: “¡Oh, hijo mío! eso es de mi sunna. Quien reviva mi sunna, entonces me ha amado. Y quien me haya amado, estará conmigo en el Yannah (Paraíso)”.
Debemos esforzarnos al máximo para ser tolerantes con los demás y sobrellevar sus defectos a través del buen carácter.
Que Al’lah Ta’ala nos conceda la comprensión correcta del Din y el Tawfiq de hacer Amal (Amin).